Según Francisco Imbernón, la didáctica no puede ser comprendida solo como instrucción técnica. Hoy más que nunca, se redefine como una disciplina que interpreta, reflexiona y transforma . Enseñar es un acto ético, político y social, donde el docente asume el rol de guía, acompañante y generador de conciencia crítica. Este enfoque implica comprender no solo los contenidos a enseñar, sino también cómo se aprende, quién aprende, desde qué contexto y con qué propósito. Se valora la improvisación fundamentada, la creatividad y la interacción con el entorno. La educación deja de ser un fin cerrado y se convierte en un medio para la libertad, la justicia y la equidad.